Luis Alberto García
miércoles, 21 de enero de 2009
Enero en el Libro de Horas del Duc de Berry (1410)
Disculpen la ausencia de noticias del libro en el blog. Estamos en caminode actualizarlo... y mantenerlo. Gracias.
domingo, 21 de septiembre de 2008
Apostillas
El Copista (500 AC – 1450 DC)
La escritura, luego de la caída del Imperio Romano se ha refugiado en los monasterios.
A los esclavos responsables de la copia de los manuscritos, en la antigüedad grecorromana, suceden los monjes como responsables del saber escrito. Saber ante todo religioso, son los Santos Padres y las Sagradas Escrituras el principal objeto de copia y preservación. Precisamente, que un libro fuera el centro del conocimiento y de la fe, fue un hecho que respondía a una realidad social muy distinta.
Era una sociedad que dominaba la escritura y la lectura. Una sociedad ya prefigurada en Pompeya y sus graffiti que mostraban que en el iglo I DC la escritura ya estaba lo suficientemente generalizada, y desacralizada, para que sirviera para fines tan vulgares como el descripto. Es una sociedad que se ve amenazada con un retorno al período pre-escriturario, que encierra a su herramienta, y su producto, volúmenes y códices, para salvados y salvarse.
Ese encierro, esa introversión de la escritura, a nivel social, va a tener su correlato en la lectura. Como dice Chartier (comentando y cuestionando a Paul Saenger), es en la edad Media cuando nace la lectura silenciosa, es una forma de aprehender íntimamente al libro. Había lectores-oyentes, leer era, básicamente, una actividad social. Leer era compartir. Se leía a los campesinos, se leían las proclamas reales, había monjes lectores que leían en las comidas y en ciertas horas religiosas, aún en el Quijote, en el episodio de la posada y el cautivo árabe hallamos esa necesidad de la lectura oral.
Cuando San Agustín comenta con asombro que vio a San Ambrosio, en su celda, leyendo para sí, estamos presenciando esa conversión de un acto social en un acto privado. Leer será una actividad individual, un acto íntimo. La relación con el propio libro será más personal.
El lector busca conectarse con el libro.
La escritura, luego de la caída del Imperio Romano se ha refugiado en los monasterios.
A los esclavos responsables de la copia de los manuscritos, en la antigüedad grecorromana, suceden los monjes como responsables del saber escrito. Saber ante todo religioso, son los Santos Padres y las Sagradas Escrituras el principal objeto de copia y preservación. Precisamente, que un libro fuera el centro del conocimiento y de la fe, fue un hecho que respondía a una realidad social muy distinta.
Era una sociedad que dominaba la escritura y la lectura. Una sociedad ya prefigurada en Pompeya y sus graffiti que mostraban que en el iglo I DC la escritura ya estaba lo suficientemente generalizada, y desacralizada, para que sirviera para fines tan vulgares como el descripto. Es una sociedad que se ve amenazada con un retorno al período pre-escriturario, que encierra a su herramienta, y su producto, volúmenes y códices, para salvados y salvarse.
Ese encierro, esa introversión de la escritura, a nivel social, va a tener su correlato en la lectura. Como dice Chartier (comentando y cuestionando a Paul Saenger), es en la edad Media cuando nace la lectura silenciosa, es una forma de aprehender íntimamente al libro. Había lectores-oyentes, leer era, básicamente, una actividad social. Leer era compartir. Se leía a los campesinos, se leían las proclamas reales, había monjes lectores que leían en las comidas y en ciertas horas religiosas, aún en el Quijote, en el episodio de la posada y el cautivo árabe hallamos esa necesidad de la lectura oral.
Cuando San Agustín comenta con asombro que vio a San Ambrosio, en su celda, leyendo para sí, estamos presenciando esa conversión de un acto social en un acto privado. Leer será una actividad individual, un acto íntimo. La relación con el propio libro será más personal.
El lector busca conectarse con el libro.
El Editor (s.XVIII)
Libros encuadernados, cubiertos de papel azul, impresos con caracteres poco adecuados, ilustrados con grabados desgastados, a muy bajo precio, todas estas características definen a la Biblioteca Bleu (Fr. s.XVIII). Los editores franceses apuntaban a captar al lector de bajos recursos, ofreciéndole obras clásicas o modernas ya impuestas. Su objetivo era vender.
Las características fisicas antedichas, eran las que según ellos, merecía el público no-aristocrático a que apuntaban. En cuanto al contenido, por tratarse de obras de todas las épocas, habían sido escritas con muy diversos objetivos. La decisión fue acercarlas a las, para ellos, limitadas competencias lectoras de sus destinatarios. Y a la vez controlar los textos para hacerlos aceptables para el poder civil y religioso.
Procederán pues a:
1) abreviar los textos (recortan palabras o frases para aligerar párrafos, o, impiadosamente sacrifican capítulos enteros).
2) adaptados libremente (añaden resúmenes, títulos y aun capítulos nuevos).
3) censurados (eliminan las expresiones que consideran blasfemas, sacrílegas, licenciosas o soeces).
Lo esencial es la flagrante actividad del editor, no edita libros sino que los perpetra. Se toma el texto y se lo altera. No hay respeto alguno por el autor, el lector; o la profesión de editor.
El libro deforma al texto y a la lectura.
Libros encuadernados, cubiertos de papel azul, impresos con caracteres poco adecuados, ilustrados con grabados desgastados, a muy bajo precio, todas estas características definen a la Biblioteca Bleu (Fr. s.XVIII). Los editores franceses apuntaban a captar al lector de bajos recursos, ofreciéndole obras clásicas o modernas ya impuestas. Su objetivo era vender.
Las características fisicas antedichas, eran las que según ellos, merecía el público no-aristocrático a que apuntaban. En cuanto al contenido, por tratarse de obras de todas las épocas, habían sido escritas con muy diversos objetivos. La decisión fue acercarlas a las, para ellos, limitadas competencias lectoras de sus destinatarios. Y a la vez controlar los textos para hacerlos aceptables para el poder civil y religioso.
Procederán pues a:
1) abreviar los textos (recortan palabras o frases para aligerar párrafos, o, impiadosamente sacrifican capítulos enteros).
2) adaptados libremente (añaden resúmenes, títulos y aun capítulos nuevos).
3) censurados (eliminan las expresiones que consideran blasfemas, sacrílegas, licenciosas o soeces).
Lo esencial es la flagrante actividad del editor, no edita libros sino que los perpetra. Se toma el texto y se lo altera. No hay respeto alguno por el autor, el lector; o la profesión de editor.
El libro deforma al texto y a la lectura.
Escritura China
Es una escritura [de base ideográfica/logográfica por lo cual cada signo representa un concepto o un palabra, por ello] tiene la particularidad única en el mundo de haberse conservado igual desde hace siglos. Mientras en el habla proliferan los dialectos en la escritura nunca hay cambios. Así es que dos chinos que sepan leer y escribir aunque hablando no se entiendan porque manejan dialectos diferentes, escriben igual y cuando leen, traducen a su dialecto lo que leen. Es como el sistema numeral para nosotros. Un inglés y un argentino ven un número escrito, lo entienden los dos, pero cuando lo hablan dicen palabras distintas.... [Cómo tampoco el paso del tiempo modificó la escritura...] un chino culto puede leer textos de hace dos mil años con la misma facilidad que uno actual. [La desventaja –tremenda– de esta escritura es que pocos individuos son capaces de aprender los cerca de 50.000 signos que la constituyen].
Estela Dos Santos. Historia de la Literatura Universal. Cap. N° 158. CEAL
Libros con ilustraciones
Luego de Gutemberg (1450) la imprenta solucionó el problema de realizar una gran producción de libros, a menor costo y a mayor velocidad, que lo que podían realizar los copistas. Pero esa solución se circunscribía al texto, no así a las ilustraciones, para las cuales había que recurrir al xilograbado y a la talla dulce (y así será hasta el s. XVIII). Pero eso no arredró a los impresores. Sólo que muchos decidieron que lo importante era ilustrar el libro... no el texto.
El impresor Hartmann Schedel, en 1493, realizó una hermosa Cr{onica de Nuremberg, en la representó a 596 emperadores... con sólo 72 retratos diferentes. Y con un mismo grabado ilustró las ciudades de Roma, París y Jerusalem. De la misma forma hubo libros sobre la recién descubierta América, que ilustraban un texto sobre los tupinambá de Brasil, con ilustraciones que representaban escenas de la vida turca... que le habían sobrado al editor, de otra obra.
Los anteriores no fueron casos límites o extraños, ellos expresaban actitudes habituales en el período referido.
No es lo mismo, está claro, un libro con ilustraciones que un libro ilustrado.
El escriba: Yo la vendo, yo la compro
En la época de los escribas lo importante es la herramienta, la escritura. La preocupación fundamental: potenciarla, hacerla más fiel al pensamiento. Son pocos los que leen, apenas más que los que escriben. Y los principales destintarios de esas obras, los reyes y nobles, en su inmensa mayoría no sabían leer. Aún en el 600 AC, Assurbanipal se muestra orgulloso de ser él, a diferencia de todos los reyes que le precedieron, un verdadero lector de tablillas, incluso capaz de descifrar los antiguos y oscuros signos acadios.
Como vemos el escriba escribe para quien no sabe leer.
Todos leen
En 1935, Sir Allen Lane, funda la editoria Pengüin Books. ¿Qué tiene de particular esta colección? Son libros de pequeño formato, encuadernados en rústica, con tapas agradables, y aun precio irrisorio. Entre sus títulos incluyen obras modernas y clásicas que por publicarse hasta ese momento en ediciones caras, no estban al alcance de la mayoría. Es el libro de bolsillo, el libro de masas, una verdadera mutación. Cambiará la escala de difusión de la obra escrita, llegando a zonas no explotadas hasta ese momento. Gracias a ese tipo de de libros se formaron las generaciones de lectores de los años 40 a la actualidad.
Es así... el libro de masas, es una masa.
En el fin está el principio
En el Egipto imperial, dos milenios antes de Cristo, se acostumbraba dejar, junto al cuerpo de los difuntos, libros –papiros– con plegarias. Estas obras se encargaban a los sacerdotes. Y se pagaban. De acuerdo a la posición social y riqueza de la familia que los encargaba, era la riqueza artística de la obra. Esas obras son los famosos Libros de los muertos. Esta costumbre es la primera muestra histórica del comercio de libros. Actualmente se ubica al libro entre los llamados bienes simbólicos. Con este término se indica que si bien materialmente es una mercancía más, está cargado de un valor cultural, espiritual, que lo trasciende.
Los egipcios, según parece, esto ya lo tenían claro, hace 4000 años.
Los Libros Secretos
No nos referimos a libros esotéricos o mágicos. Tampoco a los qeu debían poseer los Nueve Desconocidos o el Emperador Asoka. Con ese calificativo queremos aludir a esos libros que nos deslumbraron en algún momento, y sin embargo no gozan de gran fama ya sea entre la crítica o en la masa de lectores, y suelen ser reeditados sólo por casualidad. Libros que releemos permanentemente o que, si bien nunca volvimos a leer, siempre tenemos en un rincón privilegiado de la biblioteca. Por supuesto que siempre hay libros famosos o de autores reconocidos, y aún bestsellers, que forman parte de nuestros libros elegidos. Pero, por tener tales características no integran, precisamente, esta elite –casi– anónima.
Los Libros Secretos son nuestros libros. La elección es arbitraria. Cada uno tiene su propio criterio para rescatar un libro del absoluto olvido. Nunca se sabe cuando encontraremos otro librito que integrara ese seleccionado personal. Pero, seguro, en la batea de alguna librería de viejo, nos está esperando nuestro próximo Libro Secreto.
Y ya que estamos ¿Cuáles son sus Libros Secretos?
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escritura,
La lectura
martes, 16 de septiembre de 2008
La conquista del espacio
El Formato
En este punto es inevitable citar a Escarpit: El libro es lo que es su difusión. Es un instrumento que no depende del soporte que es accidental: papiro, pergamino, papel o CD. Como la escritura permitió la conquista del tiempo, el libro permitió la del espacio. Un texto, por largo que fuera, en formato libro podía reproducirse cuantas veces se quisiera y enviarse a donde fuera necesario, su facilidad de transporte fue su éxito.
La primera etapa, dejando de lado la tablilla cuneiforme, fue la del volumen (rollo de hojas de papiro). Forma típica del libro en el Cercano Oriente, y el mundo griego y latino clásico. La Biblioteca de Alejandría, su mayor gloria.
El pergamino, por su consistencia y mayor flexibilidad que el papiro permitió ser doblada en quaterniones (cuadernillos) con lo cual se diversifico la forma.
Los romanos incorporaron las tablillas de madera (tabulae), recubiertas de cera, que podían ser reescritas. La ventaja de estas tablillas era que permitían ser apiladas (más comodidad para guardadas) y unidas en cuadernillos (mas facilidad para consultarlas).
El paso siguiente fue tomar él pergamino, cortado en folios y coserlo (pegarlo, o unirlo con cintas) en cuadernos, con una tablilla de cada lado, como tapas. Se los denominaba Codex o códices, de donde deriva el nombre de Código, pués las más importantes compilaciones de leyes romanas se hicieron en este formato. Otro de los motivos básicos de su triunfo en desplazar al volumen fue que los cristianos lo encontraron como el formato ideal para la Biblia. Pueblo del Libro, al fin, era necesaria su consulta continua, y llevarlo a donde se fuera. El codex facilitaba ambas operaciones. Al volumen, libro de los paganos, se opuso el codex, libro de los cristianos.
Este fornato, consolidado y generalizado, ya en el siglo IV permanecerá estable por más de 1000 años. En el siglo XV, cuando el papel y la imprenta, revolucionen el mundo del libro, heredarán de estos códices su formato, y recién nos encontramos con un cuestionamiento serio al mismo, hoy, con la web y los múltiples soportes digitales.
En este punto es inevitable citar a Escarpit: El libro es lo que es su difusión. Es un instrumento que no depende del soporte que es accidental: papiro, pergamino, papel o CD. Como la escritura permitió la conquista del tiempo, el libro permitió la del espacio. Un texto, por largo que fuera, en formato libro podía reproducirse cuantas veces se quisiera y enviarse a donde fuera necesario, su facilidad de transporte fue su éxito.
La primera etapa, dejando de lado la tablilla cuneiforme, fue la del volumen (rollo de hojas de papiro). Forma típica del libro en el Cercano Oriente, y el mundo griego y latino clásico. La Biblioteca de Alejandría, su mayor gloria.
El pergamino, por su consistencia y mayor flexibilidad que el papiro permitió ser doblada en quaterniones (cuadernillos) con lo cual se diversifico la forma.
Los romanos incorporaron las tablillas de madera (tabulae), recubiertas de cera, que podían ser reescritas. La ventaja de estas tablillas era que permitían ser apiladas (más comodidad para guardadas) y unidas en cuadernillos (mas facilidad para consultarlas).
El paso siguiente fue tomar él pergamino, cortado en folios y coserlo (pegarlo, o unirlo con cintas) en cuadernos, con una tablilla de cada lado, como tapas. Se los denominaba Codex o códices, de donde deriva el nombre de Código, pués las más importantes compilaciones de leyes romanas se hicieron en este formato. Otro de los motivos básicos de su triunfo en desplazar al volumen fue que los cristianos lo encontraron como el formato ideal para la Biblia. Pueblo del Libro, al fin, era necesaria su consulta continua, y llevarlo a donde se fuera. El codex facilitaba ambas operaciones. Al volumen, libro de los paganos, se opuso el codex, libro de los cristianos.
Este fornato, consolidado y generalizado, ya en el siglo IV permanecerá estable por más de 1000 años. En el siglo XV, cuando el papel y la imprenta, revolucionen el mundo del libro, heredarán de estos códices su formato, y recién nos encontramos con un cuestionamiento serio al mismo, hoy, con la web y los múltiples soportes digitales.
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miércoles, 27 de agosto de 2008
Como un cielo estrellado...
Cuando en una noche despejada contemplamos un cielo estrellado, para nuestra percepción todas las estrellas que vemos, coexisten en ese momento, en forma simultánea, lo cual es falso. Estamos ante un engaño de nuestra percepción.
Esos puntos luminosos están separados decenas, cientos y aún millones de años luz de nosotros. Muy probablemente, hoy, muchas de ellas estallaron en novas hace generaciones y hoy ya no existen. El cielo nocturno es una superposición de impresiones que no son simultáneas, aunque todas juntas constituyen una impresión unitaria.
En cierta forma lo mismo ocurre cuando contemplamos un libro. Lo que vemos parece untado único: Tipografía, soporte material, divisiones internas de la obra, ilustraciones, constituyen un todo integrado, desde siempre. Falso es, estamos ante un engaño del diseño.
La escritura, la encuadernación, la manera de leer –en voz alta, o para uno mismo…– el trabajo del editor, el diseño de la obra, son todas variables que surgieron en momentos históricos diferentes. Cada parte del libro tiene una historia particular y un momento clave. El diseñador gráfico, de libros, trabaja con variables, cuya historia, sépalo él o no, son las que establecieron los factores condicionantes de su labor.
El plan de El camino del libro, apunta a desarrollar una breve –o no tanto- y clara historia de cada variable, indicando cual fue el momento central de la misma, cuando se constituyó como la conocemos hoy. El eje no estará dado por la sistemática enumeración de fechas o de nombres, sino por la ubicación de esos momentos claves, como se llegó a ellos, y lo que implicaron para el camino del libro.
Esos puntos luminosos están separados decenas, cientos y aún millones de años luz de nosotros. Muy probablemente, hoy, muchas de ellas estallaron en novas hace generaciones y hoy ya no existen. El cielo nocturno es una superposición de impresiones que no son simultáneas, aunque todas juntas constituyen una impresión unitaria.
En cierta forma lo mismo ocurre cuando contemplamos un libro. Lo que vemos parece untado único: Tipografía, soporte material, divisiones internas de la obra, ilustraciones, constituyen un todo integrado, desde siempre. Falso es, estamos ante un engaño del diseño.
La escritura, la encuadernación, la manera de leer –en voz alta, o para uno mismo…– el trabajo del editor, el diseño de la obra, son todas variables que surgieron en momentos históricos diferentes. Cada parte del libro tiene una historia particular y un momento clave. El diseñador gráfico, de libros, trabaja con variables, cuya historia, sépalo él o no, son las que establecieron los factores condicionantes de su labor.
El plan de El camino del libro, apunta a desarrollar una breve –o no tanto- y clara historia de cada variable, indicando cual fue el momento central de la misma, cuando se constituyó como la conocemos hoy. El eje no estará dado por la sistemática enumeración de fechas o de nombres, sino por la ubicación de esos momentos claves, como se llegó a ellos, y lo que implicaron para el camino del libro.
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martes, 26 de agosto de 2008
1 – La escritura
La cárcel de los sonidos
La escritura le permitió al hombre conquistar el tiempo: se puede acumular información para las generaciones futuras, hay fidelidad en la reproducción, es posible la comunicación a distancia. Como dice McMurdo, la escritura exomatiza la memoria colectiva. Con ella los pueblos no dependen ya de la memoria de los ancianos y de la oralidad. Con la escritura se comienza a establecer un sentido histórico del tiempo.
Las primeras formas de escritura fueron de tipo pictográfico, derivadas luego a ideogramas. Creadas en el Cercano Oriente. Surgen por necesidades sociales, básicamente económico-administrativas. Uruk, ciudad sumeria, es uno de los centros político-religiosos donde la complejidad creciente de las relaciones sociales (controlar movimientos de personas, granos y animales) hace necesario superar las limitaciones de la memoria. Es, básicamente un recurso mnemotécnico (una cruz dentro de un círculo representa la oveja en su corral). La grafía, grabada con una herramienta puntiaguda en una tableta de arcilla, se deforma rápidamente. La descomposición de líneas curvas en rectas será un principio de solución, un cálamo con punta de cuña la herramienta adecuada. Estas mejoras apuntan a la forma, pero el verdadero progreso se dará con intentos de optimizar el contenido: combinar símbolos, dotarlos de diferentes valores, incorporar determinativos para establecer el significado, depuración de la cantidad de símbolos, para que fuera más manejable.
La transcripción de nombres propios llevó a desarrollar los fonogramas (un dibujo representó entonces, un sonido). Pero el sumerio a pesar de tantos progresos, no dará el salto final, el cuneiforme morirá como escritura silábica.
Jeroglíficos egipcios e ideogramas chinos no intervienen en esta historia. [Pero, igualmente con el correr del tiempo, y el crecimiento del blog, también veremos su lugar en este camino…]
Otros 3 intentos en el camino al alfabeto fueron:
Biblos (¿26oo-18oo AC?) Se hallaron tabletas de piedra y de bronce, con inscripciones en una escritura que se manejaba con no más de 80 caracteres, por lo que se considera que, probablemente, era silábica. Lejanamente emparentadas a los jeroglíficos egipcios, falta establecer su relación, si la hubiera, con el posterior sistema fenicio.
Sinaí (1800-1400 AC) Inscripciones en las paredes de las canteras, nos muestran una escritura alfabética o cuasi-alfabética, también basada en signos pictográficos parecidos a los jeroglíficos. Poseía unos 27 caracteres, podrían ser los signos alfabéticos más antiguos conocidos, pero aun se desconoce el idioma y el valor fonético de los mismos.
Ugarit/Ras-Shamra (s. XIV AC) Se encontraron tabletas de arcilla con una escritura alfabética (no más de 30 caracteres). Se halló el abecedario más antiguo conocido: una lista de signos escritos en un orden ya "standarizado". Constituye una impresionante prueba de método y sistematicidad para una fecha tan temprana. Esta escritura ugarítica, lamentablemente, de la misma manera que no se relaciona con escrituras anteriores, tampoco dejó descendencia.
Los fenicios, comerciantes de tiempo completo cuentan con la gloria de ser los que desarrollaron, hacia el año 1000 AC, en Biblos, el alfabeto que originó todos los que hoy se hallan en el mundo. Los fenicios recorrieron todo el Mediterráneo forjando relaciones comerciales, al mismo tiempo los demás pueblos que advertían la practicidad del alfabeto (un signo = un fonema) lo adoptaban y adaptaban para sí.
En Oriente originó el alfabeto arameo, del cual a su vez derivan el alfabeto indio, el persa, el árabe y el hebreo.
En Occidente le deben su existencia, el alfabeto griego, del cual derivó luego el etrusco primero, y el latino luego (utilizado actualmente, por todas las lenguas de Europa Occidental), y por último el cirílico (usado por las lenguas eslavas).
Los griegos –siempre están los griegos– introdujeron en ese alfabeto fenicio que tan sólo poseía consonantes, las 5 vocales (en el s. IX AC).
La escritura le permitió al hombre conquistar el tiempo: se puede acumular información para las generaciones futuras, hay fidelidad en la reproducción, es posible la comunicación a distancia. Como dice McMurdo, la escritura exomatiza la memoria colectiva. Con ella los pueblos no dependen ya de la memoria de los ancianos y de la oralidad. Con la escritura se comienza a establecer un sentido histórico del tiempo.
Las primeras formas de escritura fueron de tipo pictográfico, derivadas luego a ideogramas. Creadas en el Cercano Oriente. Surgen por necesidades sociales, básicamente económico-administrativas. Uruk, ciudad sumeria, es uno de los centros político-religiosos donde la complejidad creciente de las relaciones sociales (controlar movimientos de personas, granos y animales) hace necesario superar las limitaciones de la memoria. Es, básicamente un recurso mnemotécnico (una cruz dentro de un círculo representa la oveja en su corral). La grafía, grabada con una herramienta puntiaguda en una tableta de arcilla, se deforma rápidamente. La descomposición de líneas curvas en rectas será un principio de solución, un cálamo con punta de cuña la herramienta adecuada. Estas mejoras apuntan a la forma, pero el verdadero progreso se dará con intentos de optimizar el contenido: combinar símbolos, dotarlos de diferentes valores, incorporar determinativos para establecer el significado, depuración de la cantidad de símbolos, para que fuera más manejable.
La transcripción de nombres propios llevó a desarrollar los fonogramas (un dibujo representó entonces, un sonido). Pero el sumerio a pesar de tantos progresos, no dará el salto final, el cuneiforme morirá como escritura silábica.
Jeroglíficos egipcios e ideogramas chinos no intervienen en esta historia. [Pero, igualmente con el correr del tiempo, y el crecimiento del blog, también veremos su lugar en este camino…]
Otros 3 intentos en el camino al alfabeto fueron:
Biblos (¿26oo-18oo AC?) Se hallaron tabletas de piedra y de bronce, con inscripciones en una escritura que se manejaba con no más de 80 caracteres, por lo que se considera que, probablemente, era silábica. Lejanamente emparentadas a los jeroglíficos egipcios, falta establecer su relación, si la hubiera, con el posterior sistema fenicio.
Sinaí (1800-1400 AC) Inscripciones en las paredes de las canteras, nos muestran una escritura alfabética o cuasi-alfabética, también basada en signos pictográficos parecidos a los jeroglíficos. Poseía unos 27 caracteres, podrían ser los signos alfabéticos más antiguos conocidos, pero aun se desconoce el idioma y el valor fonético de los mismos.
Ugarit/Ras-Shamra (s. XIV AC) Se encontraron tabletas de arcilla con una escritura alfabética (no más de 30 caracteres). Se halló el abecedario más antiguo conocido: una lista de signos escritos en un orden ya "standarizado". Constituye una impresionante prueba de método y sistematicidad para una fecha tan temprana. Esta escritura ugarítica, lamentablemente, de la misma manera que no se relaciona con escrituras anteriores, tampoco dejó descendencia.
Los fenicios, comerciantes de tiempo completo cuentan con la gloria de ser los que desarrollaron, hacia el año 1000 AC, en Biblos, el alfabeto que originó todos los que hoy se hallan en el mundo. Los fenicios recorrieron todo el Mediterráneo forjando relaciones comerciales, al mismo tiempo los demás pueblos que advertían la practicidad del alfabeto (un signo = un fonema) lo adoptaban y adaptaban para sí.
En Oriente originó el alfabeto arameo, del cual a su vez derivan el alfabeto indio, el persa, el árabe y el hebreo.
En Occidente le deben su existencia, el alfabeto griego, del cual derivó luego el etrusco primero, y el latino luego (utilizado actualmente, por todas las lenguas de Europa Occidental), y por último el cirílico (usado por las lenguas eslavas).
Los griegos –siempre están los griegos– introdujeron en ese alfabeto fenicio que tan sólo poseía consonantes, las 5 vocales (en el s. IX AC).
La escritura evolucionó desde los primitivos ideogramas a formas más simples y usos más complejos.
Ya estaba la herramienta básica, pero el camino hacia el libro… era inevitable…?
2 – El soporte
Resistente como un... papel
El primer soporte de la palabra fue el aire, que difundía los sonidos. La tradición oral, las mal llamadas literaturas orales eran, a pesar de su antigüedad, una pobre herramienta para conservar el saber. Ya en el Paleolítico aparecen inscripciones gráficas sobre piedras (los petroglifos). También hallamos palos con muescas (para contar animales o personas), en China se hallaron inscripciones en caparazones de tortugas (s. XX AC) y en América hacia el s.XII DC tenemos los quipus (nudos en cordeles de colores).
Los materiales, como vemos, fueron variados, pero para que un soporte fuera exitoso debía de reunir ciertas condiciones: ser barato, de fácil acceso, abundante, pasible de ser grabado, tallado, rasgado, o pintado.
En el Cercano Oriente la arcilla reunía esas condiciones. Los sumerios hacían tuppus (tabletas de arcilla de tamaño variable, de 7 x 10 cm hasta 30 x 40 cm), que se escribían con cá1amos cuneiformes de arriba hacia abajo, y de izquierda a derecha. El texto se encolumnaba en hasta 12 columnas por tableta. Se escribían de ambos lados. Luego se cocían en hornos.
Esos libros mesopotámicos tenían como características:
El primer soporte de la palabra fue el aire, que difundía los sonidos. La tradición oral, las mal llamadas literaturas orales eran, a pesar de su antigüedad, una pobre herramienta para conservar el saber. Ya en el Paleolítico aparecen inscripciones gráficas sobre piedras (los petroglifos). También hallamos palos con muescas (para contar animales o personas), en China se hallaron inscripciones en caparazones de tortugas (s. XX AC) y en América hacia el s.XII DC tenemos los quipus (nudos en cordeles de colores).
Los materiales, como vemos, fueron variados, pero para que un soporte fuera exitoso debía de reunir ciertas condiciones: ser barato, de fácil acceso, abundante, pasible de ser grabado, tallado, rasgado, o pintado.
En el Cercano Oriente la arcilla reunía esas condiciones. Los sumerios hacían tuppus (tabletas de arcilla de tamaño variable, de 7 x 10 cm hasta 30 x 40 cm), que se escribían con cá1amos cuneiformes de arriba hacia abajo, y de izquierda a derecha. El texto se encolumnaba en hasta 12 columnas por tableta. Se escribían de ambos lados. Luego se cocían en hornos.
Esos libros mesopotámicos tenían como características:
1- La brevedad; 2- La escasa circulación; 3- La anonimia y 4- Una función conservadora.
El siguiente soporte, de más larga vida, que sobrevivió a la escritura a que fue destinado en un principio fue el papiro. Se obtenía del tallo de una planta (el papirus). Con las fibras tratadas, y engomadas adecuadamente se conseguían unas láminas que iban de 20 x 25 a 35 x 50 cm. Se escribían de un sólo lado y se conservaban arrolladas (por lo cual los romanos las llamaban volumen, que en latín significaba rollo).
Griegos y romanos adoptaron el papiro, que superaba ampliamente, por comodidad para la escritura, el traslado y almacenamiento, a las tablillas mesopotámicas.
Un rival de peso que salió al paso del papiro fue el pergamino, hecho con la piel de diversos animales. Hacia el s. II AC en Pérgamo (Asia Menor) se logró mejorar notablemente el preparado de estas pieles dotándolas de una suavidad y resistencia notables. Ecos de esa calidad aun resuenan en el nombre vitela (que quiere decir ternero). Durante la Edad Media compitió y desplazó al papiro, como soporte, en toda Europa.
Pero el verdadero paso hacia el libro se va a lograr hacia el siglo X, cuando los árabes conquistan España. Dos siglos antes habían tomado Samarcanda, de manos chinas, y habían conseguido el secreto para fabricar un material barato, dúctil, resistente, ideal para la escritura, y cuyo secreto los chinos conservaban hacía ocho siglos, el papel. Pronto, a través de la imparable, por varios siglos, marea conquistadora islámica, el papel llegó a la Europa post romana. Entre el siglo XI y XIII todos los pueblos europeos instalaron fábricas de papel. La primera en Córdoba (España, en ese momento perteneciente al califato de Córdoba) hacia mediados del siglo X. Siguieron: en Fabriano (Italia) en el 1270, Saint Julien (Francia) en 1348.
Nuremberg (Alemania) en 1390, Pradnik Czerwery (Polonia) en 1491, Hertfordshire (Inglaterra) en 1495.
El siguiente soporte, de más larga vida, que sobrevivió a la escritura a que fue destinado en un principio fue el papiro. Se obtenía del tallo de una planta (el papirus). Con las fibras tratadas, y engomadas adecuadamente se conseguían unas láminas que iban de 20 x 25 a 35 x 50 cm. Se escribían de un sólo lado y se conservaban arrolladas (por lo cual los romanos las llamaban volumen, que en latín significaba rollo).
Griegos y romanos adoptaron el papiro, que superaba ampliamente, por comodidad para la escritura, el traslado y almacenamiento, a las tablillas mesopotámicas.
Un rival de peso que salió al paso del papiro fue el pergamino, hecho con la piel de diversos animales. Hacia el s. II AC en Pérgamo (Asia Menor) se logró mejorar notablemente el preparado de estas pieles dotándolas de una suavidad y resistencia notables. Ecos de esa calidad aun resuenan en el nombre vitela (que quiere decir ternero). Durante la Edad Media compitió y desplazó al papiro, como soporte, en toda Europa.
Pero el verdadero paso hacia el libro se va a lograr hacia el siglo X, cuando los árabes conquistan España. Dos siglos antes habían tomado Samarcanda, de manos chinas, y habían conseguido el secreto para fabricar un material barato, dúctil, resistente, ideal para la escritura, y cuyo secreto los chinos conservaban hacía ocho siglos, el papel. Pronto, a través de la imparable, por varios siglos, marea conquistadora islámica, el papel llegó a la Europa post romana. Entre el siglo XI y XIII todos los pueblos europeos instalaron fábricas de papel. La primera en Córdoba (España, en ese momento perteneciente al califato de Córdoba) hacia mediados del siglo X. Siguieron: en Fabriano (Italia) en el 1270, Saint Julien (Francia) en 1348.
Nuremberg (Alemania) en 1390, Pradnik Czerwery (Polonia) en 1491, Hertfordshire (Inglaterra) en 1495.
Los "molinos de papel y trapos" estandarizan la producción de papel su capacidad de producción va a ser puesta a prueba luego de la invención de la imprenta. Pero cambios importan en la misma no se producirán hasta el advenimiento de la Revolución industrial Hacia el 1800 el francés Reamur descubre como fabricar papel a partir de la madera, para 1803 se ha inventado ya una máquina que produce papel en bobinas, ideal para alimentar a las modernas rotativas. A principios del siglo XX la industria del papel se basa en las pastas celulósicas, con lo cual desaparece el cuello de botella que significaba la dependencia de los trapos para hacer papel.
El pergamino, y su dependencia de la crianza de animales para proveerse de sus cueros, hubiera limitado la difusión del conocimiento, menos libros, menor difusión de las ideas y el capital cultural y científico…
¿Cómo sería la historia si el papel chino no llegaba a Europa, Islam mediante…?
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3 – El Formato
La conquista del espacio
En este punto es inevitable citar a Escarpit: El libro es lo que es su difusión. Es un instrumento que no depende del soporte que es accidental: papiro, pergamino, papel o CD. Como la escritura permitió la conquista del tiempo, el libro permitió la del espacio. Un texto, por largo que fuera, en formato libro podía reproducirse cuantas veces se quisiera y enviarse a donde fuera necesario, su facilidad de transporte fue su éxito.
La primera etapa, dejando de lado la tablilla cuneiforme, fue la del volumen (rollo de hojas de papiro). Forma típica del libro en el Cercano Oriente, y el mundo griego y latino clásico. La Biblioteca de Alejandría, su mayor gloria.
El pergamino, por su consistencia y mayor flexibilidad que el papiro permitió ser doblada en quaterniones (cuadernillos) con lo cual se diversifico la forma.
Los romanos incorporaron las tablillas de madera (tabulae), recubiertas de cera, que podían ser reescritas. La ventaja de estas tablillas era que permitían ser apiladas (más comodidad para guardadas) y unidas en cuadernillos (mas facilidad para consultarlas).
El paso siguiente fue tomar él pergamino, cortado en folios y coserlo (pegarlo, o unirlo con cintas) en cuadernos, con una tablilla de cada lado, como tapas. Se los denominaba Codex o códices, de donde deriva el nombre de Código, pues las más importantes compilaciones de leyes romanas se hicieron en este formato. Otro de los motivos básicos de su triunfo en desplazar al volumen fue que los cristianos lo encontraron como el formato ideal para la Biblia. Pueblo del Libro, al fin, era necesaria su consulta continua, y llevarlo a donde se fuera. El codex facilitaba ambas operaciones. Al volumen, libro de los paganos, se opuso el codex, libro de los cristianos.
Este fornato, consolidado y generalizado, ya en el siglo IV permanecerá estable por más de 1000 años. En el siglo XV, cuando el papel y la imprenta, revolucionen el mundo del libro, heredarán de estos códices su formato, y recién nos encontramos con un cuestionamiento serio al mismo, hoy, con la web y los múltiples soportes digitales.
En este punto es inevitable citar a Escarpit: El libro es lo que es su difusión. Es un instrumento que no depende del soporte que es accidental: papiro, pergamino, papel o CD. Como la escritura permitió la conquista del tiempo, el libro permitió la del espacio. Un texto, por largo que fuera, en formato libro podía reproducirse cuantas veces se quisiera y enviarse a donde fuera necesario, su facilidad de transporte fue su éxito.
La primera etapa, dejando de lado la tablilla cuneiforme, fue la del volumen (rollo de hojas de papiro). Forma típica del libro en el Cercano Oriente, y el mundo griego y latino clásico. La Biblioteca de Alejandría, su mayor gloria.
El pergamino, por su consistencia y mayor flexibilidad que el papiro permitió ser doblada en quaterniones (cuadernillos) con lo cual se diversifico la forma.
Los romanos incorporaron las tablillas de madera (tabulae), recubiertas de cera, que podían ser reescritas. La ventaja de estas tablillas era que permitían ser apiladas (más comodidad para guardadas) y unidas en cuadernillos (mas facilidad para consultarlas).
El paso siguiente fue tomar él pergamino, cortado en folios y coserlo (pegarlo, o unirlo con cintas) en cuadernos, con una tablilla de cada lado, como tapas. Se los denominaba Codex o códices, de donde deriva el nombre de Código, pues las más importantes compilaciones de leyes romanas se hicieron en este formato. Otro de los motivos básicos de su triunfo en desplazar al volumen fue que los cristianos lo encontraron como el formato ideal para la Biblia. Pueblo del Libro, al fin, era necesaria su consulta continua, y llevarlo a donde se fuera. El codex facilitaba ambas operaciones. Al volumen, libro de los paganos, se opuso el codex, libro de los cristianos.
Este fornato, consolidado y generalizado, ya en el siglo IV permanecerá estable por más de 1000 años. En el siglo XV, cuando el papel y la imprenta, revolucionen el mundo del libro, heredarán de estos códices su formato, y recién nos encontramos con un cuestionamiento serio al mismo, hoy, con la web y los múltiples soportes digitales.
4 – Tecnología
Irresistible: Más cantidad y menor precio.
La mayor sofisticación tecnológica de la escritura entre los sumerios, eran los cilindros-sellos, y los sellos signatarios.
Las fábricas de libros de la Europa medieval fueron los conventos, donde los monjes copistas se dedicaban a preservar los libros que, según el criterio eclesiástico, debían perdurar.
Para encontrar un procedimiento de mayor proyección debemos alejamos hacia el Lejano Oriente (China) donde hallamos la xilografía. Los europeos conocieron esta técnica, durante las Cruzadas, y en el siglo XII comienza a difundirse en Europa.
Los primeros impresos realizados con este sistema de tallado en relieve fueron naipes.
Posteriormente, hacia el s.XIV se desarrollaron los llamados libros de bloque: cada hoja del libro (texto e imágen) era tallada en trozos de madera de boj, entintada e .impresa. Pero estas obras (escritos religiosos y libros escolares, mayormente) no solían. superar las 50 páginas y debían imprimirse de un sólo lado de la hoja pues la presión a que eran sometidas solía afectar la otra cara. Además los bloques solían fisurarse por lo que su producción era limitada. Era trabajoso y relativamente caro (aunque mucho más barato que recurrir a los copistas).
El momento clave, sin duda alguna, fue cuando Johan Gutemberg, natural de Maguncia, tomó el conocido mecanismo de la prensa de los viñateros, sumó los conocimientos de los orfebres, pensó e inventó todos los útiles necesarios para la composición de la página (regletas para espacios en blanco, tintas, formas de las cajas, matrices) y recurrió como soporte, al barato, abundante y adecuado papel. Le agregó a todos esos elementos una aleación, creada por él, ideal para su propósito (fundía a baja temperatura, sufría escasa deformación y resistía la presión). El resultado: la imprenta de tipos móviles de metal. La imprenta fue, como podemos ver, el resultado de una necesidad social combinada con una tecnología existente hacía tiempo. La demanda de material escrito, estamos en pleno Renacimiento, había desbordado la limitada capacidad de producción de los copistas. La imprenta era necesaria y en poco tiempo se instalaron talleres por toda Europa: En 1467 se instala un taller en Subiaco (Italia), en 1470 se instalan talleres en París y Lyon (Francia), en 1472 en Segovia (España), y en 1477 en Inglaterra.
El taller de impresión, y las herramientas diseñadas por Gutemberg sufren muy pocas transformaciones durante los siguientes 400 años. Hizo falta la Revolución Industrial para que se pudiera mejorar esa eficiente maquinaria. Recién en 1800 Stanhope, en Inglaterra desarrolla la primera prensa totalmente de metal (pero sigue siendo esencialmente el invento de Gutemberg), un salto cualitativo más importante van a ser la linotipo (hacia 1880) y la monotipo (ya en el s.XX). Y, obviamente, el gran cambio se da a partir de la década del 60 en que las tecnologías en frío superan ampliamente a la anterior tecnología en caliente. Hizo falta la informática para que el libro dejara de depender de la creación del alemán de Maguncia.
La mayor sofisticación tecnológica de la escritura entre los sumerios, eran los cilindros-sellos, y los sellos signatarios.
Las fábricas de libros de la Europa medieval fueron los conventos, donde los monjes copistas se dedicaban a preservar los libros que, según el criterio eclesiástico, debían perdurar.
Para encontrar un procedimiento de mayor proyección debemos alejamos hacia el Lejano Oriente (China) donde hallamos la xilografía. Los europeos conocieron esta técnica, durante las Cruzadas, y en el siglo XII comienza a difundirse en Europa.
Los primeros impresos realizados con este sistema de tallado en relieve fueron naipes.
Posteriormente, hacia el s.XIV se desarrollaron los llamados libros de bloque: cada hoja del libro (texto e imágen) era tallada en trozos de madera de boj, entintada e .impresa. Pero estas obras (escritos religiosos y libros escolares, mayormente) no solían. superar las 50 páginas y debían imprimirse de un sólo lado de la hoja pues la presión a que eran sometidas solía afectar la otra cara. Además los bloques solían fisurarse por lo que su producción era limitada. Era trabajoso y relativamente caro (aunque mucho más barato que recurrir a los copistas).
El momento clave, sin duda alguna, fue cuando Johan Gutemberg, natural de Maguncia, tomó el conocido mecanismo de la prensa de los viñateros, sumó los conocimientos de los orfebres, pensó e inventó todos los útiles necesarios para la composición de la página (regletas para espacios en blanco, tintas, formas de las cajas, matrices) y recurrió como soporte, al barato, abundante y adecuado papel. Le agregó a todos esos elementos una aleación, creada por él, ideal para su propósito (fundía a baja temperatura, sufría escasa deformación y resistía la presión). El resultado: la imprenta de tipos móviles de metal. La imprenta fue, como podemos ver, el resultado de una necesidad social combinada con una tecnología existente hacía tiempo. La demanda de material escrito, estamos en pleno Renacimiento, había desbordado la limitada capacidad de producción de los copistas. La imprenta era necesaria y en poco tiempo se instalaron talleres por toda Europa: En 1467 se instala un taller en Subiaco (Italia), en 1470 se instalan talleres en París y Lyon (Francia), en 1472 en Segovia (España), y en 1477 en Inglaterra.
El taller de impresión, y las herramientas diseñadas por Gutemberg sufren muy pocas transformaciones durante los siguientes 400 años. Hizo falta la Revolución Industrial para que se pudiera mejorar esa eficiente maquinaria. Recién en 1800 Stanhope, en Inglaterra desarrolla la primera prensa totalmente de metal (pero sigue siendo esencialmente el invento de Gutemberg), un salto cualitativo más importante van a ser la linotipo (hacia 1880) y la monotipo (ya en el s.XX). Y, obviamente, el gran cambio se da a partir de la década del 60 en que las tecnologías en frío superan ampliamente a la anterior tecnología en caliente. Hizo falta la informática para que el libro dejara de depender de la creación del alemán de Maguncia.
lunes, 25 de agosto de 2008
Un copista preocupado...
Sé que hay en el manuscrito muchas imperfecciones, incluso imposibles de calcular, pero he hecho todo cuanto he podido: mi mano temblaba; mis ojos no veían; se me paralizó el dedo índice y tuve que escribir con el dedo del corazón... ¡Qué desgracia! Desde hace cuarenta y dos años trabajo en esto y nunca me había ocurrido nada semejante hasta ahora; me siento avergonzado perdonadme.
Colofón con las disculpas de un copista de un monasterio armenio.
Aprox. S. X DC.
David I Fiks. La epopeya de los manuscritos armenios. — El Correo –Junio 1973
Aprox. S. X DC.
David I Fiks. La epopeya de los manuscritos armenios. — El Correo –Junio 1973
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domingo, 24 de agosto de 2008
El placer...
La lectura es un placer, es lo que opina cualquier lector, pero como va a enterarse un chico –o cualquier persona– que lo es, si no lee. Ese problema, de siempre, que solía encontrar su respuesta, no en un desinterés innato del chico sino en la falta de lectores en la familia, actualmente parece hallar la causa en los nuevos medios, y juegos, electrónicos. De la Play Station, a Internet y los juegos en Red, sin descuidar la televisión los chicos ocupan todo su tiempo en tareas que les resultan placenteras y que no les significan un esfuerzo lector.
Sin embargo hoy en día, también, encontramos una mayor variedad de literatura infantil buenísima y al alcance de todos: Graciela Cabal, Javier Villafañe, Laura Devetach, Ricardo Nariño, Emma Wolf. Todos estos autores han producido una “generación” nueva de personajes y aventuras que bastaría que un chico las descubriera para deslumbrarse. Pero si los chicos no sueltan el Joystick del jueguito ¿cómo van a hacer para sostener el libro?
No se lo puede obligar, eso está claro. Que dominen las nuevos medios, es positivo. No que conozca las páginas triple equis de Internet, pero sí que sepa, a fuerza de usarla, que Internet es una puerta a una Enciclopedia de dimensiones mundiales, y que, de hecho, para poder aprovecharla bien debe leer bien. Quizás hacerle comprender esto contribuya a acercarlo a la lectura.
Repetimos, dijimos quizás porque no hay reglas absolutas. Un escritor francés (Daniel Pennac), en un libro famoso (Como una novela) unos años atrás (1992) planteó con claridad una pregunta: ¿Dónde encontrar tiempo para leer? Y esto lo lleva a reflexionar que si alguien se plantea esta cuestión es porque lo que falta no es el tiempo para hacerlo, sino el deseo de leer. Pues es casi un hecho que nadie, nunca, tiene tiempo para leer. Ni niños, ni adolescentes, ni mayores. “El tiempo para leer es siempre tiempo robado” robado al diario vivir.
El problema es, entonces, no prohibirles el acceso a los medios electrónicos, sino lograr despertarles ese deseo, y con todas las críticas que se le hagan, el mágico Harry Potter, nos muestra que los chicos, cuando hay una historia que vale la pena y bien presentada, ellos responden leyendo un tomo tras otro.
La computadora no puede llevarse a la cama, un libro o una revista sí, el viejo truco de leerles algo todas las noches es indiscutiblemente una manera de despertar el interés del chico, sobre todo si se trasluce el entusiasmo del que lee. Eso es lo único que puede hacerse trasmitirles ese fervor o deslumbramiento por la lectura. Volviendo a otra frase del mismo escritor de antes (Daniel Pennac) de la misma manera que no se puede ordenar a una persona que ame a otra tampoco es posible ordenarle a nadie, y mucho menos a un niño, que lea, y disfrute de ello.
Antes los mayores se quejaban de que los chicos sólo leían historietas, luego de que se pasaban el día frente al televisor, ahora de que Internet o los juegos de computadoras lo vuelven una extensión de la computadora, mañana ¿de que nos quejaremos? Siempre habrá algo que desvíe al chico de la lectura, por la simple razón que la sociedad siempre tiene múltiples ofertas, para todos y de todo tipo. El libro siempre está y estará. No perdamos la esperanza, los lectores no están en extinción aunque a veces lo parezca. Lo que nos debe quedar en claro es que el camino de la lectura no se puede transitar obligado, es la única conclusión válida.
Sin embargo hoy en día, también, encontramos una mayor variedad de literatura infantil buenísima y al alcance de todos: Graciela Cabal, Javier Villafañe, Laura Devetach, Ricardo Nariño, Emma Wolf. Todos estos autores han producido una “generación” nueva de personajes y aventuras que bastaría que un chico las descubriera para deslumbrarse. Pero si los chicos no sueltan el Joystick del jueguito ¿cómo van a hacer para sostener el libro?
No se lo puede obligar, eso está claro. Que dominen las nuevos medios, es positivo. No que conozca las páginas triple equis de Internet, pero sí que sepa, a fuerza de usarla, que Internet es una puerta a una Enciclopedia de dimensiones mundiales, y que, de hecho, para poder aprovecharla bien debe leer bien. Quizás hacerle comprender esto contribuya a acercarlo a la lectura.
Repetimos, dijimos quizás porque no hay reglas absolutas. Un escritor francés (Daniel Pennac), en un libro famoso (Como una novela) unos años atrás (1992) planteó con claridad una pregunta: ¿Dónde encontrar tiempo para leer? Y esto lo lleva a reflexionar que si alguien se plantea esta cuestión es porque lo que falta no es el tiempo para hacerlo, sino el deseo de leer. Pues es casi un hecho que nadie, nunca, tiene tiempo para leer. Ni niños, ni adolescentes, ni mayores. “El tiempo para leer es siempre tiempo robado” robado al diario vivir.
El problema es, entonces, no prohibirles el acceso a los medios electrónicos, sino lograr despertarles ese deseo, y con todas las críticas que se le hagan, el mágico Harry Potter, nos muestra que los chicos, cuando hay una historia que vale la pena y bien presentada, ellos responden leyendo un tomo tras otro.
La computadora no puede llevarse a la cama, un libro o una revista sí, el viejo truco de leerles algo todas las noches es indiscutiblemente una manera de despertar el interés del chico, sobre todo si se trasluce el entusiasmo del que lee. Eso es lo único que puede hacerse trasmitirles ese fervor o deslumbramiento por la lectura. Volviendo a otra frase del mismo escritor de antes (Daniel Pennac) de la misma manera que no se puede ordenar a una persona que ame a otra tampoco es posible ordenarle a nadie, y mucho menos a un niño, que lea, y disfrute de ello.
Antes los mayores se quejaban de que los chicos sólo leían historietas, luego de que se pasaban el día frente al televisor, ahora de que Internet o los juegos de computadoras lo vuelven una extensión de la computadora, mañana ¿de que nos quejaremos? Siempre habrá algo que desvíe al chico de la lectura, por la simple razón que la sociedad siempre tiene múltiples ofertas, para todos y de todo tipo. El libro siempre está y estará. No perdamos la esperanza, los lectores no están en extinción aunque a veces lo parezca. Lo que nos debe quedar en claro es que el camino de la lectura no se puede transitar obligado, es la única conclusión válida.
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Una construcción milenaria
...de Altamira a esta pantalla el hombre ha recorrido un largo camino. Es obvio, es evidente, es una estupidez... si nos quedamos con esa observación. Es una conclusión que nada nos dice salvo que los bisontes de las paredes de las cuevas de Altamira marcan el nacimiento del espíritu humano, de la expresión como camino para construir una cultura. Esas extraordinarioas imágenes abrieron el camino que por un lado condujo al arte y por el otro a la escritura y luego al libro. Este último sendero es el que intentaremos reflejar en este blog.
El libro no surgió como un todo, no fue Atenea naciendo, con armadura incluída, de la herida en la cabeza de Zeus. Fue una construcción milenaria, como dijo Escarpit, es una verdadera "máquina de leer". Es una herramienta y un producto final; es un eslabón imprescindible en la construcción de nuestra sociedad, y un elemento productor de placer y satisfacción como lo sabe todo lector.
Bienvenidos a El camino del libro.
El libro no surgió como un todo, no fue Atenea naciendo, con armadura incluída, de la herida en la cabeza de Zeus. Fue una construcción milenaria, como dijo Escarpit, es una verdadera "máquina de leer". Es una herramienta y un producto final; es un eslabón imprescindible en la construcción de nuestra sociedad, y un elemento productor de placer y satisfacción como lo sabe todo lector.
Bienvenidos a El camino del libro.